Duro con los problemas, suave con las personas: ¿Por qué es más fácil decirlo que hacerlo?
Martes para decidir mejor #5
Duro con los problemas, suave con las personas… así serían las empresas si todos aplicáramos esa frase:
Yo creo que esa es la frase mas trillada del liderazgo, la decimos sacando pecho en las reuniones corporativas.
Pero... ¿de verdad lo aplicamos?
Te voy a contar el porqué no la aplicamos…
Y esto no solo va para los jefes o líderes, es para todos, porque todos interactuamos con otras personas.
El conflicto entre la teoría y la práctica
En un mundo ideal, los líderes serían como superhéroes: capaces de separar el problema de la persona, criticar ideas sin herir sentimientos y resolver crisis sin culpar a nadie.
Pero en la vida real, cuando las cosas se ponen difíciles, nuestros sesgos cognitivos toman el control.
Estos sesgos son como lentes distorsionados que nos hacen ver a las personas y los problemas de manera subjetiva, no objetiva.
Ejemplo: "Imagina esto: un compañero comete un error.
Tú, en automático, piensas: “Es que siempre es descuidado”. Pero si el error es tuyo, dices: “Fue por la falta de tiempo”.
Esto es el sesgo de atribución fundamental en acción: juzgamos a los demás por su carácter, pero a nosotros mismos por las circunstancias.
Los sesgos que sabotean la frase
Los sesgos cognitivos no son solo errores de pensamiento; son barreras que nos impiden ser “suaves con las personas”. Aquí tienes tres de los más comunes y cómo nos juegan una mala pasada:
Sesgo de afinidad: Somos más indulgentes con quienes nos caen bien o se parecen a nosotros. ¿El resultado? Trato desigual en el equipo.
Sesgo de negatividad: Recordamos más los errores que los aciertos. Así, cuando algo sale mal, nos enfocamos en lo negativo y olvidamos todo lo bueno.
Sesgo de autoridad: Si el problema viene de alguien con poder, lo justificamos. Si viene de alguien con menos autoridad, lo criticamos sin piedad.
Estos sesgos hacen que, en lugar de ser “suaves con las personas”, terminemos siendo duros con ellas, especialmente cuando estamos bajo presión.
¿Cómo tomar mejores decisiones para vencer los sesgos?
La buena noticia es que podemos trabajar para mitigar estos sesgos. No es fácil, pero con esfuerzo consciente, podemos acercarnos a ese ideal de liderazgo.
Aquí tienes algunas estrategias:
Autoconciencia: Reconoce que tienes sesgos. Sí, tú también. Pregúntate: ¿Estoy siendo objetivo o estoy dejando que mis prejuicios hablen por mí?
Cultura de feedback: Crea un entorno donde el feedback sea sobre hechos, no sobre personas. Por ejemplo, en lugar de decir: “Eres descuidado”, prueba con: “Este error ocurrió porque faltó revisar X”
Diversidad de perspectivas: Involucra a diferentes personas en la resolución de problemas. Así evitas que un solo sesgo domine la decisión.
Pausas reflexivas: Antes de reaccionar, respira. Tómate un momento para analizar la situación con la cabeza fría, no con el calor del momento.
Para terminar
La frase “duro con los problemas, suave con las personas” es un ideal noble, pero no es tan fácil de aplicar como parece.
Nuestros sesgos cognitivos están siempre ahí, listos para sabotear nuestras mejores intenciones. Sin embargo, con reflexión, pausa y estrategias concretas, podemos acercarnos a ese equilibrio entre firmeza y empatía que tanto predicamos.
¿Y tú? ¿Has notado cómo tus sesgos influyen en tu forma de liderar?
Comparte este artículo con alguien que necesite recordar que, a veces, el mayor desafío no está en los problemas, sino en cómo los enfrentamos.
Martes para tomar buenas decisiones.
Nos leemos pronto…