Cómo recuerdo lo qué leo
¿Qué porcentaje de lo que leíste en los últimos meses recuerdas el día hoy? no te sorprendas si la respuesta es poco o nada.
¿Dónde quedan todas esas lecturas que un día pensaste que iban a cambiar tu vida y qué hoy ya ni recuerdas?
¿Dónde están esas líneas de texto subrayadas con resaltadores de diferentes colores y todos esos cuadernos llenos de notas aleatorias tomadas de los libros que leíste?
Con dolor debo decirte qué toda esa sabiduría está ahí dónde la dejaste, en el libro, en el cuaderno, pero menos en tu mente.
Pero ¿por qué pasa esto?
Científicamente está comprobado que nuestro cerebro solo retiene el 10% de lo que leemos, cómo lo podemos observar en la pirámide de Edgar Dale.
De acuerdo a lo anterior, una de las mejores formas de recordar lo que leemos, es enseñándoselo a otros.
Personalmente, me gusta enseñar, creo que tengo un profesor en lo más profundo de mi ser. Entonces esta pasión de enseñar, me ha servido mucho para incrementar mi retención de mis nuevos conocimientos.
Sin embargo, no es suficiente.
Hay un concepto que me pareció super interesante y se llama la curva del olvido.
En resumen lo que nos indica la curva del olvido es que lo que no repasamos se nos olvida.
Repasar es un arma poderosa para dilatar el olvido.
Entonces combinando la capacidad de enseñar y la capacidad de repasar, genero un ciclo interesante para recordar lo que leo, lo que incrementa mis probabilidades de aplicarlo en mi vida y convertir todo ese conocimiento en sabiduría.
Contar historias a través de mis conversaciones.
El canal de comunicación para aplicar este método es a través de mis conversaciones.
La mayoría de mis conversaciones tienen implícito lo que he leído, cómo lo he aplicado y los resultados que he obtenido. Todo esto contado a través de buenas historias.
Este ciclo lo repito con mis círculos sociales: trabajo, familia, amigos.
De esta forma creo lo que denomino la enseñanza repetitiva: Leer, enseñar, aplicar, repetir.
Hasta la próxima.